Potencian la elegancia de su portadora, la distinguen del resto de invitadas y brindan una protección eficaz contra la radiación solar. Los tocados para comunión para niñas son, probablemente, uno de los accesorios más infravalorados.
Válido tanto para la comulgante como para sus invitadas, el tocado adopta multitud de formas y diseños: coronas, pamelas, diademas, canotiers, etcétera. Esta versatilidad está igualmente presente en las flores, telas y otros elementos usados para enriquecer su diseño.
En primer lugar, los tocados se adornan con flores secas y naturales, capaces de aportar matices interesantes al look de comunión. El simbolismo inherente a ciertas especies florales ayuda a reforzar la pureza e inocencia de la comulgante. En este sentido, son apropiadas las rosas, margaritas, lirios y paniculatas.
La pedrería también se utiliza habitualmente para personalizar tocados y otorgarles una nota glamurosa. Estos detalles suelen consistir en cristales de vidrio, con acabado mate o brillante, distribuidos de forma que realcen tanto el cabello como el tocado.
De apariencia más natural y llamativa son las perlas, cuyo blancor es fácil de armonizar con la estética propia de esta celebración cristiana. Estas gemas orgánicas están disponibles con acabados esféricos y pulidos o más silvestres y amorfas.
Por su parte, las cintas, lazos y otros trozos de tela permiten enriquecer la complejidad del tocado. Entre los tejidos más utilizados, destacan la organza, la seda y el tul. Cualquiera de estos añadidos puede enmascarar las piezas o accesorios de plástico, usados para estructurar y dar solidez al tocado. Hacerlos desaparecer con estilo es una de las ventajas de las telas.
En vista de lo anterior, las posibilidades decorativas del tocado son casi ilimitadas. No obstante, los expertos desaconsejan recargar este complemento, un error que no sólo le restará belleza, sino que además incomodará a su portadora en uno de los días más importantes de su vida.