Contratar Seguros medicos es un proceso delicado que exige una labor de investigación sobre las principales pólizas y compañías aseguradoras del mercado. Sin embargo, sólo una parte de los interesados se toma estas molestias. Estudiar a la empresa suministradora de la póliza, la letra pequeña de los contratos o los periodos de carencia evitaría realizar una mala elección en este sentido.
Desconocer la compañía aseguradora con la que se contrata es uno de los errores más extendidos. El sector asegurador, a diferencia de otros más inaccesibles, podría vivir un momento de saturación. Cada vez son más las empresas y productos que se ofertan en este mercado, lo que dificulta el proceso de selección a los usuarios menos experimentados. Las firmas más reputadas conviven con otras más jóvenes y dinámicas, que no siempre constituyen una mala elección, aunque se recomiende revisar su perfil y su trayectoria.
Por excelente que sea un seguro médico, siempre tendrá una ‘letra pequeña’ que conviene revisar en profundidad, para evitar malentendidos y conflictos en el futuro. Por ejemplo, la póliza en cuestión podría limitar el número de citas médicas que el asegurado tiene derecho a solicitar sin asumir un recargo. Lo mismo puede suceder con determinados tratamientos y coberturas. Por su parte, las exclusiones son un aspecto clave que no debería pasarse por alto, ya que ciertas pólizas se desentienden de las dolencias que el cliente pueda arrastrar antes de la contratación.
El precio y la calidad de la póliza deberían contemplarse en conjunto, no separadamente. El riesgo de limitarse a estudiar las ofertas y descuentos, por ejemplo, es pasar por alto o infravalorar las carencias y debilidades del producto, simplemente porque «el precio es muy económico».
Subestimar la importancia del periodo de carencia es otro de los errores ‘clásicos’ al contratar un seguro médico. Este se define como el intervalo entre la fecha de contratación de la póliza y la fecha en que determinadas asistencias están disponibles para el asegurado.