Uno de los muchos dilemas a los que se enfrenta un enfermo de cáncer de próstata viene en el caso de que se considere un candidato para un ensayo clinico para cáncer metastásico de próstata y se le proponga participar. El paciente suele dudar mucho en un principio, sobre todo porque no acaba de entender muy bien si eso podría beneficiarle o en ningún momento.
Los ensayos clínicos son algo normal en el mundo de la investigación médica. Se trabaja con los enfermos en direcciones muy distintas. Estos ensayos pueden ser tan solo para recoger información sobre la evolución de la enfermedad y sobre las reacciones a un tratamiento convencional. En otros casos, se trata de probar la versión mejorada de un fármaco, una combinación de fármacos diferentes o incluso un fármaco nuevo.
Aunque esto puede sonar peligroso, cuando algo de este tipo llega a obtener los permisos para ser probado con pacientes es porque ha superado antes toda una serie de pruebas encaminadas a demostrar que es apto para su uso en personas. Evidentemente, cuando se utiliza por primera vez en pacientes humanos, un medicamento puede dar sorpresas y causar algún efecto secundario inesperado. No obstante, dado que estas personas que colaboran en estudios están sometidas a constantes controles, se detecta rápidamente cualquier problema.
Lo más habitual es que estos tratamientos experimentales, sobre todo los que ya van más avanzados, ayuden a que el paciente pueda tener a su disposición lo que serán las curas del futuro cercano antes de que sean puestas a la venta. Esto es una ventaja cuando se lucha contra una enfermedad contra la que el tiempo es oro y ganar meses puede suponer la diferencia entre vivir más años o no.
Es cierto que uno de los problemas de los tratamientos experimentales es que, precisamente debido al fuerte control que se ejerce, el paciente tiene que someterse a muchos controles y pruebas que le van a obligar a estar en el hospital o en el centro médico con frecuencia. Y esto es algo que muchos prefieren no asumir ya que bastante tienen con las visitas habituales o los tiempos de ingreso cuando son sometidos a cirugías.
No hay pues una decisión acertada o equivocada, sino que cada persona debe de valorar lo que desea hacer de forma individual y sin presiones, contando con toda la información para poder tomar una decisión libre.