Mi viejo cortacésped, fiel compañero de batallas contra la maleza, decidió darse un respiro justo cuando más lo necesitaba. Un tornillo suelto, una cuchilla mellada, un filtro de aire obstruido… la lista de achaques parecía interminable. Y allí estaba yo, con el jardín a medio arreglar, embarcado en la búsqueda de repuestos maquinaria jardinería Pontevedra.
Lo primero fue hacer inventario. ¿Qué necesitaba exactamente? Un tornillo específico, cuchillas nuevas, un filtro de aire compatible, y ya puestos, una bujía de repuesto. Con la lista en mano, me lancé a la aventura.
Mi primera parada fue la ferretería del barrio, un clásico en Pontevedra. Don Ramón, el dueño, conoce cada tornillo y cada tuerca como la palma de su mano. Le expliqué mi problema, y él, con su habitual paciencia, me guio a través de un laberinto de estanterías.
Encontré el tornillo, las cuchillas y la bujía, pero el filtro de aire era otra historia. «Ese modelo es un poco antiguo», me dijo Don Ramón, «tendrás que buscarlo en un especialista». Y así empezó mi peregrinación por las tiendas de jardinería de la ciudad.
Visité varias, desde grandes almacenes hasta pequeños talleres. En algunas, me encontré con caras de extrañeza al mencionar el modelo de mi cortacésped. En otras, me ofrecieron filtros genéricos que no encajaban del todo.
La búsqueda se convirtió en un desafío. Me recorrí polígonos industriales, pregunté a vecinos, incluso busqué en internet. Pero nada. El filtro de aire parecía haberse esfumado.
Cuando estaba a punto de tirar la toalla, un amigo me habló de un pequeño taller en las afueras de Pontevedra. «Allí tienen de todo», me dijo. Y no se equivocaba.
El taller de Don Manuel era un paraíso para los amantes de la jardinería. Entre máquinas y herramientas de todas las épocas, encontré el filtro de aire que buscaba. Don Manuel, con su experiencia y su paciencia, me explicó cómo instalarlo correctamente y me dio algunos consejos para el mantenimiento del cortacésped.
La búsqueda de repuestos en Pontevedra fue una odisea, pero también una experiencia enriquecedora. Aprendí que la paciencia y la perseverancia son clave para encontrar lo que uno busca. Y que en Pontevedra, siempre hay un Don Ramón o un Don Manuel dispuestos a echar una mano.