La Isla de Ons, un tesoro escondido en la costa gallega, es famosa por sus playas de ensueño y paisajes impresionantes. En mi reciente visita, me propuse descubrir las mejores playas de la isla, y cada una de ellas me dejó maravillado, ofreciéndome momentos de conexión con la naturaleza y un respiro del ritmo frenético de la vida cotidiana.
Mi aventura comenzó en la Playa de la Mica, la más conocida y concurrida de la isla. Desde el primer instante, quedé cautivado por su fina arena blanca y sus aguas turquesas. Al llegar, la playa estaba llena de familias disfrutando del sol y niños jugando. Me instalé en un lugar cómodo y decidí dar un chapuzón en sus aguas cristalinas. La sensación del agua fresca era simplemente revitalizante. Mientras nadaba, no podía evitar sonreír al ver la belleza que me rodeaba. Pasé horas allí, alternando entre nadar y relajarme bajo el sol, sintiéndome completamente libre.
Al día siguiente, decidí explorar la Playa de Canelas, un rincón más apartado y tranquilo. Este lugar se siente como un secreto bien guardado. La calma que se respiraba era palpable, y el sonido de las olas rompiendo suavemente en la orilla creaba una atmósfera perfecta para desconectar. Después de una caminata por el sendero que lleva a la playa, encontré un spot ideal para hacer snorkeling. Me sumergí en sus aguas y quedé maravillado por la rica vida marina que se desplegaba ante mis ojos: peces de colores, estrellas de mar y algas que danzaban con la corriente. Era un verdadero espectáculo que me hizo sentir parte del océano.
En mi tercer día, opté por visitar la Playa de Portocubelo. Para llegar allí, tuve que recorrer un sendero un poco más desafiante, pero cada paso valió la pena. Al llegar, me encontré con una playa pequeña y encantadora, rodeada de acantilados y vegetación. La soledad de este lugar me hizo sentir como si estuviera en una película. Pasé el tiempo explorando las rocas y disfrutando de la paz que emanaba el entorno. La playa estaba prácticamente desierta, lo que me permitió conectar con la naturaleza de una manera profunda.
Por último, visité la Playa de la Cruz, que es igual de hermosa, aunque menos conocida. Allí, el atardecer fue simplemente mágico. Los tonos dorados y anaranjados del sol se reflejaban en el agua, creando un espectáculo natural que me dejó sin aliento. Mientras contemplaba esta maravilla, sentí una profunda gratitud por haber descubierto todos estos rincones de la Isla de Ons.
Si nadie te las enseña antes descubre las mejores playas de la Isla de Ons que son lugares para disfrutar del sol y la soledad; son espacios donde la naturaleza y la tranquilidad se entrelazan para ofrecer experiencias únicas. Cada playa que visité tenía su propio encanto y carácter, y cada una de ellas me permitió desconectar y reconectar con lo esencial. Sin duda, la Isla de Ons es un destino que todo amante del mar y la naturaleza debería explorar. La belleza de sus playas es un regalo que perdurará en mi memoria para siempre.