Mi dentista de siempre 

Para otras cosas no me importa mucho cambiar, pero es cierto que con los doctores me gusta tratar con los mismos, tener confianza con ellos, porque muchas veces hay que tratar temas delicados. Y uno de los doctores con los que necesito tener más confianza es que con el dentista. Pero hay veces que se van y tienes que buscar a otro, y entonces pueden aparecer problemas.

Yo me he acostumbrado desde hace años a ir a la misma clínica donde casi siempre me trataba el mismo dentista. Fue él también el que nos asesoró para la ortodoncia zafiro del niño. Nos gustó mucho las opciones que nos dio en este caso ya que es un gasto importante y es una decisión clave para la salud bucodental del niño. 

Pero un día este dentista se fue. Nadie quería especificar muy bien lo que había pasado con él. No sabíamos si se había tomado un permiso, si se había ido a otra clínica o qué, pero el caso es que ya no estaba allí. En principio, yo no quise cambiar de clínica porque me quedaba cerca y me hacía sentir cómodo, así que probé con otro doctor diferente. 

Estoy seguro de que ese otro doctor es muy profesional pero no nos entendíamos muy bien. Esto pasa en todos los ámbitos y tampoco hay que dramatizar. Hay veces que no te entiendes con alguien y no hay nada que hacer. Peor es cuando no te entiendes por ejemplo con tu suegra y sabes que la vas a tener que aguantar quieras o no. Pero con un dentista se cambia y ya está.

Entonces empecé una ardua búsqueda de un dentista nuevo que me ‘conquistara’. El resto de mi familia, sin embargo, se mantuvo fiel a la clínica, ya que todo seguía yendo bien, como con la ortodoncia zafiro de mi hijo. Pero yo me fui. 

Pero el problema era que yo buscaba alguien igual a mi viejo dentista y hasta que no me di cuenta que no iba a encontrar a nadie igual, no pude volver a estar con otro dentista más de dos o tres visitas. Y al final, volví a la clínica de siempre, aunque no estuviera mi querido dentista.

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